Resumen:
Las revelaciones sobre espionajes masivos en las comunicaciones ha puesto de relieve el problema de la soberanía digital. Brasil está planteando diversas medidas para garantizar que sus comunicaciones por Internet no tengan que pasar necesariamente por Estados Unidos. Tender nuevos cables submarinos para diversificar los cauces de información es una de ellas.
Consultado en [http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2917-2013-10-21.html]
Los Caños de Internet
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff,
anunció recientemente que el servicio postal nacional lanzará su propio sistema
de correo electrónico encriptado y gratuito. El objetivo es asegurar que la
información de los brasileños se gestione con aplicaciones confiables y se
almacene en servidores locales de
forma segura. La idea es evitar puertas traseras o presiones que abran la información a las
agencias de seguridad de los EE.UU., como ocurre, según las revelaciones de
Edward Snowden, con las aplicaciones diseñadas por empresas de ese país. Es
que, con más o menos entusiasmo, las grandes compañías de Internet se han
sometido a las leyes que permiten monitorear información que pertenece a
extranjeros. La excusa para tanta violación a la privacidad, como ocurre desde
hace tiempo, es la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero, la
pedofilia, etc., aunque en la práctica permite monitorear globalmente la
actividad de políticos, empresas y activistas, además de robar información
industrial y económica. Para peor, ni siquiera los EE.UU. tienen la
exclusividad del espionaje: según revelaciones recientes, Canadá, a través de
su Agencia de Seguridad en Comunicaciones,
espió al Ministerio de Minas y Energía brasileño. Cómo se relaciona esto
con la lucha contra el terrorismo es un enigma.
Un servicio de correo electrónico diseñado y
alojado localmente daría más seguridad al contenido que circula en los mails de
los brasileños. Pensemos que actualmente un correo que va desde, por ejemplo,
Florianópolis a Río de Janeiro a través de una cuenta de Gmail o Hotmail pasa
necesariamente por servidores alojados
en EE.UU., es decir, bajo su jurisdicción, con todo lo que eso implica. Lo
mismo ocurre para los argentinos que escriben a un vecino si usan esos
sistemas, por supuesto.
Un correo propio, diseñado en forma
transparente, sería un gran paso adelante, sobre todo si se hace con código
abierto para que la comunidad sepa qué ocurre con su información; cuando se
compra tecnología privativa y cerrada sólo se conocen los datos que se ingresan
y los que se obtienen, pero no lo que ocurre en el medio.
INTERNET SIN EQUILIBRIO
Un servicio de correo propio es un gran paso
adelante, pero dista mucho de ser una solución definitiva. Es que si bien Internet
fue pensada como una red donde la información circula por caminos alternativos,
lo cierto es que casi todos los cables de fibra óptica conducen a los EE.UU. Es
en ese país donde se encuentra la columna vertebral de la red de redes. Esto se
refleja en que una persona paga menos por el tráfico que genera una página web
si ésta se encuentra en los EE.UU. que si está en, digamos, Rosario. Aun si la
mayor parte del público que la usará es argentino.
Esta estructura desbalanceada de los cables de fibra óptica que constituyen
Internet hace que cualquier información que se transmita desde América latina
hacia Europa, incluso si es enviada desde un servicio brasileño y servidores
locales, pase casi siempre por los EE.UU. Además, los grandes caños de fibra óptica
que cruzan los océanos son propiedad de un puñado de corporaciones muy
vinculadas con los servicios de inteligencia. Según se supo recientemente, la NSA (la Agencia de Seguridad Nacional
norteamericana) pedía información
regularmente a una de las más grandes, Global Crossing. De hecho, en 2002 esta
empresa estuvo a punto de quebrar y ser comprada por dos empresas, una de China
y otra de Hong Kong, pero el gobierno de los EE.UU. lo impidió, por considerar
que la empresa contenía “infraestructura
crítica” para su seguridad. Finalmente, en 2011 otra compañía del rubro,
Level 3, también estadounidense, compró
a su competidora en problemas por cerca de tres mil millones de dólares.
EL SUEÑO DEL CAÑO PROPIO
En este contexto, cualquier intento de desarrollo
autónomo e independiente implica evitar también los cables que pasen por los
EE.UU. Y los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) parecen dispuestos
a lograr ese objetivo para evitar que los bits con información estratégica
sigan derramándose hacia los servicios de inteligencia y, desde allí, hacia las
corporaciones amigas.
Por eso
es que, además de servidores y software, estas neopotencias saben que necesitan
controlar también la estructura física de Internet. Hace más de dos años, los
Brics, a instancias de las empresas promotoras Imphandze Subtel Services e i3
Africa, iniciaron un estudio de factibilidad para tirar por debajo del océano
un cable de 34.000 km., con un extremo en la costa este de Rusia, que pase por
China, India, atraviese el Océano Indico hasta Sudáfrica y luego cruce el
Atlántico hasta Brasil. El resultado fue aprobado y recientemente Dilma
Rousseff anunció oficialmente que los Brics llevarán adelante el proyecto. El
cable, cuya instalación costará unos mil quinientos millones de dólares,
comenzará a funcionar a más tardar en 2015. El nuevo tendido permitirá, además
de mayor privacidad, conexiones más rápidas entre estos países y los
potenciales negocios que surjan de allí. Y la conexión también mejorará,
aseguran, la conectividad de toda Africa con el resto del mundo a través de
este cable y otros que la misma empresa tendió sobre el oeste del continente,
además de dar a Sudáfrica un rol fundamental en el continente.
Los caños de los Brics significan una mejora
sustancial, pero no definitiva en el camino hacia una soberanía tecnológica. Es
que no parece haber garantías: hay versiones bastante verosímiles sobre
submarinos especialmente diseñados para pinchaduras a profundidades enormes.
Los cables están enterrados cuando se encuentran cerca del continente, pero
luego simplemente se depositan sobre el lecho oceánico. Algunos exagentes de
los servicios de inteligencia revelaron que hay submarinos capaces de
recogerlos hasta unas cámaras en las que se los opera con cuidado. Las dificultades
técnicas son enormes y además está el problema de interpretar el chorro de
incontables bits que circula confusamente por ellos, lo que hace dudar sobre la
verosimilitud de la versión. En todo caso, si existen, el nuevo cable de los
Brics será, seguramente, un objetivo que justifique el esfuerzo ante las
dificultades para interceptar la información de otra manera. El resto del combo
necesario para acercarse a la soberanía digital (aunque nunca hay garantías de
privacidad absoluta) implica nuevos estándares de criptografía no “aprobados”
por la NSA (ver Futuro del 14/9/13), sistemas operativos de código abierto, una
nueva forma de coordinación de las reglas en Internet (ver “Internet
multinacional”) y un público que opte por estos servicios (ver “El marketing de
la soberanía”).
Brasil parece embarcado en un camino que será
largo y arduo. También ha solicitado a corporaciones como Facebook o Google que
almacenen la información sobre sus ciudadanos en servidores locales. No están
claros los tiempos ni los mecanismos de control que se aplicarían para lograr
el objetivo. Y por último, hay rumores de otro cable submarino más que los
conecte directamente con Europa.
PASO A PASO
El espionaje de la NSA se demostró masivo y ya
nadie puede dudarlo. Pero para comprender el significado de las iniciativas
brasileñas y el desafío que implican para la hegemonía norteamericana, cabe
recordar que no todas sus víctimas respondieron de igual forma. Por ejemplo,
los europeos se indignaron brevemente, pidieron “explicaciones” a los EE.UU., y
aceptaron sin chistar las deshilachadas respuestas que les brindaron: entre
otros, Barack Obama, quien aseguró que “no se puede tener un ciento por ciento de
seguridad y un ciento por ciento de privacidad” y John Kerry, secretario de Estado,
quien afirmó que su país “no hizo nada fuera de la ley”. El detalle es que la
legislación de su país permite espiar a los extranjeros.
La lucha que se visualiza hacia adelante es
complicada y no será fácil. Es necesario recordar que China, uno de los países
socios del Cable de los Brics, lidera el mundo en materia de control y
monitoreo de Internet para sus propios ciudadanos. Es decir que independencia
respecto de un poder no implica, necesariamente, una independencia y libertad
totales.
En cualquier caso este primer paso despierta
ciertas expectativas en una atmósfera digital que se vuelve cada vez más
asfixiante y la multipluralidad resulta un buen paso para equilibrar una
Internet que ahora –no quedan dudas– está totalmente desbalanceada.