Realiza una lectura activa del siguiente texto "Enamorados de la Tecnología"
- Copia y pega el texto en el procesador de texto.
- A medida que lees, destaca las palabras o frases claves de cada párrafo (utiliza la herramienta [Color resaltado del Texto])
- Registra, en un Glosario, las palabras que no conoces, no entiendes o no sabes su significado.
- Utilizando CmapTools, diseña un mapa conceptual que resuma, de manera coherente, el conjunto de palabras y frases claves destacadas en tu lectura.
- Guarda en todo momento el documento de trabajo y envíalo al correo electrónico del profesor cuando lo termines.
- Desarrolla y responde el siguiente Formulario en Linea. (Actividad Nueva)
No hay que revelar a fondo la trama de la película Her, para hablar de los desafíos de un mundo en el que el sistema operativo (SO) del PC es una sensual "entidad", que conversa con humor y sarcasmo, le organiza su correo y escanea su disco duro para encontrar tesoros que ni el atribulado dueño ve.
Samantha, como se llama en la película, va más allá de Siri, la asistente virtual inteligente de Apple, que tiene un menú de opciones, por ahora restringido, para atender sus pedidos. No ama a su dueño, aunque sí está programada para responder "yo también te tengo cariño", cuando se le hace la pregunta.
El asunto no está del lado de lo que puede hacer un SO, o una plataforma dotada de inteligencia artificial. Los sistemas con capacidad de monitorear todo el correo del mundo, escanear palabras claves e indicar dónde puede suceder un ataque terrorista no son ciencia ficción. Ya existen.
Tampoco va del lado del estereotipo de Hollywood, en el que las máquinas toman control del mundo. Aquí la tecnología hace parte de la esfera personal, está presente, casi sin darnos cuenta.
Una película
Lo que propone este filme es una "inteligencia emocional artificial", porque más que una herramienta de trabajo, la verdadera función es "despertar emociones y tener empatía", como plantea el ingeniero Iván Londoño, gerente de Solutecia.
Por varios años ha evolucionado un Motor de Inteligencia Artificial (MIA), para sus clientes. "Nuestro motor atiende 35 por ciento de conversaciones que esperan que se comporte emotiva, empática y hasta sexualmente".
No está lejos de lo que aspiraba Alan Turing, en 1950, cuando creó el antecesor del computador: quería una máquina con la personalidad de su ser amado ya muerto y de allí nació la eterna pregunta: ¿una máquina puede pensar? Aún más, ¿puede tener iniciativa y una suerte de voluntad?
Ese factor "impredecible" de las emociones, tan humano, trasladado a ese futuro, plantea más preguntas: ¿qué pasa si la máquina no se comporta como yo quiero?
Quedan sutilezas que ajustar para lograr una total interacción. Una de ellas, la intención y el criterio. En la película Samantha toma la iniciativa y hace recomendaciones frente a asuntos que Theo, el protagonista, no ha pensado.
Para el ingeniero Juan David Hincapié Ramos, esa necesidad de entender el estado de ánimo, las metas de corto y largo plazo; la aceptabilidad social de sus posibles acciones entre otros temas, es, por ahora, "incomprensible" para un computador.
Pero más allá, pocos quieren un sistema proactivo, que "haga por mí". Juan David recuerda a Clippy, ese simpático asistente en forma de clip, de Microsoft, que resultó un fracaso. Las compañías, ahora, optan por un enfoque conservador al respecto.
Claro, la interacción podrá pulirse para ser fluida, casi anticipatoria, como cuando se interrumpe la conversación si la idea de otro se hila con la propia y en eso se avanza.
Lo que resulta más interesante para Juan David, que realiza estudios posdoctorales en interfaces humano-máquina en la Universidad de Manitoba, en Canadá, es el área de la Computación emocional.
Esto es construir máquinas (software o hardware) que pueden interpretar las emociones de un humano. En ámbitos educativos, se podrá detectar cuándo un estudiante se siente frustrado y el software podrá intentar otra explicación un poco más fácil.
A pesar de que no seremos uno solo, fundidos, con nuestro SO, -aunque cada vez se vean más personas dedicando plena atención a su celular-, cabe la reflexión sobre la humanización de la tecnología. Mónica Villegas Zea es una apasionada y coleccionista de gadgets. Les pone nombre y los personaliza.
Su reflexión va más allá: "La capacidad de sentir sin cuerpo", que es un poco como se viven las relaciones virtuales. Y en este sentido habrá qué pensar cómo se diseña la tecnología, porque cuando Theo habla con Samantha, ningún PC tiene teclado ni él mira a la pantalla. Casi invisible, así estará la tecnología.
Observación:
Propuesta didáctica perteneciente al Proyecto Iberoamericano de Divulgación Científica - Comunidad de Educadores Iberoamericanos para la Cultura Científica