La sorpresa que causa el funcionamiento de algunos artefactos tecnológicos hace que se les asignen cualidades mágicas que en otro tiempo se atribuían a lo sobrenatural. Así, las fobias y miedos ante los hipotéticos peligros de ciertas tecnologías se propagan con más facilidad que los conocimientos que permiten comprender su funcionamiento y los criterios que ayudan a evaluar y controlar sus posibles riesgos.
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